Iglesia de San Felipe

El templo actual comenzó a edificarse en 1686, contado con el calor popular, la colaboración entusiasta de María Herrer, sacristana del mismo, y las generosas aportaciones de los marqueses de Villaverde que habitaban en el palacio anexo, hoy sede del Museo Pablo Gargallo.

Se trata de uno de los conjuntos barrocos más interesantes de Zaragoza, concluyéndose parcialmente en 1691. Entre 1714 y 1716 se amplió el presbiterio, el coro y la sacristía. Finalmente, entre 1750 y1752, el arquitecto real, Ventura Rodríguez, la dotó de su característico aire clasicista, siendo en la actualidad una de las parroquias más populares de la ciudad.

En la fachada contrasta la rotunda mole de ladrillo de dos cuerpos, acentuada por la verticalidad que le confieren los tres pares de pilastras que a cada lado flanquean la portada. Su portada-retablo, enmarcada por vigorosas columnas salomónicas de piedra negra de Calatorao, centra el interés del exterior y semeja hacer conjunto con el baldaquino interior.

El interior destaca por las proporciones de la nave principal y deslumbra por la armonía del conjunto, que combina con maestría retablos y esculturas de diferentes épocas.

Llama la atención el apostolario realizado por José Ramírez de Arellano, que parece conducir nuestra vista hacia el suntuoso baldaquino que cobija el altar mayor con las imágenes de San Felipe y Santiago el Menor. Este baldaquino de estilo “berniniano”, labrado por el cantero Francisco de Urbieta (autor de la portada exterior), es un modelo de gran éxito en el barroco tardío aragonés.

Importante destacar el bellísimo Ecce Homo de roble policromado, de finales del siglo XV o principios del XVI. De origen flamenco y autor desconocido, fue descubierto en 1681 cuando se realizaban los trabajos de demolición del templo románico. Con motivo de este hallazgo se fundó la Cofradía del Santísimo Ecce Homo de San Felipe de Zaragoza, que sigue procesionando en la Semana Santa.