Ruta del Reino de los Mallos
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Ruta del Reino de los Mallos

Recorre una de las seis rutas de la Corona de Aragón
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También tienes disponible Sierra de Guara y Reino de los Mallos

El origen del Reino de los Mallos se encuentra en la dote que el rey Pedro I de Aragón entrega a su segunda esposa, Berta, con motivo de sus esponsales. La dote comprendía un pequeño territorio en el Prepirineo oscense: Agüero, Murillo, Riglos, Marcuello, Ayerbe y algunos bienes en la Hoya de Huesca a orillas del río Flumen.

Días de ruta
2
Kilómetros llenos de historia
117
Localidades por visitar
7

Día 1 Agüero, Murillo de Gallego y Riglos

A los pies de los imponentes Mallos de Agüero, el trazado urbano de esta localidad intenta adaptarse a los desniveles del terreno. Agüero desprende sabor medieval en sus calles gracias al empleo de la piedra, los alféizares en las ventanas o los escudos sobre sus puertas. En el casco urbano podemos visitar su iglesia parroquial románica, con una magnífica portada donde se representa un pantocrátor acompañado del tetramorfos, también obra del llamado Maestro de Agüero como en la iglesia de Santiago y el museo de arte sacro que acoge en su cripta. La localidad cuenta con un interesante museo del órgano. Y en el extrarradio, en un espléndido enclave, la iglesia de Santiago, también románica, y de gran valor arquitectónico e histórico.

La iglesia de Santiago es uno de los ejemplos más notables del románico en Aragón. Se hizo un proyecto espectacular y cuando se llegó a la mitad, se cerró. Hay tres hipótesis para intentar explicarlo: la primera es que se trata de un homenaje de la reina Berta a su esposo muerto, Pedro I, que no llegó a concluir. Otra teoría es que fue construida por los monjes del cercano monasterio de San Juan de la Peña para acercarse al valle y no se finalizó por problemas económicos. Por último, se dice que Ramiro II el Monje tenía intención de retirarse a este lugar después de traspasar el reino a su hija Petronila, pero falleció antes de que se acabase la obra quedando, por tanto, inconclusa. Seguramente, tiene que ver con la corte, por la monumentalidad de los restos. Además, en uno de los capiteles del interior aparece la figura de un rey.

Además, muy cerca, está Murillo de Gállego, una localidad dedicada al turismo de aventura, donde hay diversas propuestas de ocio y entretenimiento.

Para los amantes de las actividades de naturaleza, es imprescindible visitar Riglos y pasear por sus Mallos. En Aragón se llaman Mallos a estas extraordinarias formaciones geológicas de color rojizo características de la Hoya de Huesca y están protegidos bajo la figura de Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba. No podemos perdernos estas maravillas de la naturaleza únicas en Europa.

Fueron levantados por la orogenia alpina, iniciada hace unos 65 millones de años, cuando se formaron los Pirineos. La posterior erosión del agua los ha ido aislando y modelando, dando lugar a las actuales paredes rocosas gigantes que se reparten por la cara sur de las sierras exteriores del Prepirineo.

Sobre sus cimas redondeadas vuelan constantemente buitres y otras aves rapaces. Avistarlas es otro de los encantos de este territorio envuelto en leyendas que, en la actualidad, se ha convertido en referente para escaladores de todo el mundo. Sólo en Riglos se han marcado unas 200 vías de escalada, la mayoría de elevada dificultad.

Los Mallos de Riglos, situados a orillas del río Gállego y junto a la localidad del mismo nombre, son los más famosos, pero en esta misma zona se encuentran los de Agüero, Vadiello, Murillo de Gállego y el Salto de Roldán, entre otros.

Desde el Mirador de los Buitres tenemos una de las mejores vistas panorámicas de los Mallos de Riglos y de la Hoya de Huesca. Se aconseja realizar este recorrido al atardecer, cuando los rayos de sol inciden directamente en las formaciones rocosas dándoles unas espectaculares tonalidades rojizas. La ruta se inicia en la zona de aparcamiento del castillo de Marcuello. Para llegar a este punto debemos dirigirnos hasta la localidad de Sarsamarcuello, y una vez allí, tomamos la pista forestal hacia el Castillo.

Día 2 Ayerbe, Castillo de Loarre, Bolea y Nueno

Ayerbe ha sido históricamente un lugar comercial, cruce de caminos e intercambios. Hoy sigue manteniendo esa posición y además se considera el centro neurálgico de toda esta zona que se ha dado en llamar “Reino de los Mallos”. 

Internarse en Ayerbe es conocer su magnífica plaza donde el monumental palacio de los Urriés (siglo XV-XVI) nos da la bienvenida. Aunque este edificio es uno de los más sobresalientes de la localidad, existen otras casas nobiliarias de estilo renacentista aragonés en su casco urbano. Este es el caso de la Casa de los Luna o la Casa Normante.

 

El conjunto urbano de Ayerbe, distribuido en torno a la plaza alta (de Aragón), y la plaza baja (de Ramón y Cajal), gravita en torno al palacio de los Urriés, ya comentado, y a la torre del reloj, un baluarte civil realizado en 1798 para comodidad y distinción de su población. Y hablando de torres. En Ayerbe se da la curiosidad de tener una iglesia sin torre, una torre sin campanas y un campanario sin reloj… En la entrada de la villa, la iglesia de San Pedro, realizada entre los siglos XVI y XIX, cuenta con una bella portada del siglo XVII. Al otro lado de la población, casi a la salida de la misma, nos encontramos con la preciosa torre románica de San Pedro, Monumento Histórico Artístico del siglo XII y único vestigio de la colegiata de la localidad.

Destaca en una de las calles principales de la villa, el Centro de Interpretación Ramón y Cajal, ubicado en la antigua casa donde residió durante parte de su infancia el insigne Premio Nobel de medicina que nació en Petilla de Aragón. La parte baja del Centro también funciona como oficina de turismo de la localidad.

Visitar Ayerbe significa también acercarse hasta sus delicias gastronómicas: tortas, dulces, setas… están a tu disposición para llevarte un buen sabor a tu paso.

En los alrededores de la población se encuentra la Fuente de los Tres Caños, en dirección a Riglos, y el santuario de la Virgen de Casbas, en dirección Biscarrués. Este último monumento data del siglo XVIII y conserva en su interior un completo conjunto iconográfico de pinturas murales. Hoy es visitable y bien merece la pena darse un paseo por su interior y exterior.

Visitar el Castillo de Loarre es retroceder en el tiempo, llegando a la época del segundo rey de Aragón, Sancho Ramírez, que es quien mandó construir este impresionante castillo, que en realidad fue una ampliación de otro anterior. Loarre es el castillo más grandioso y espectacular de Aragón y está considerado como el castillo románico mejor conservado de Europa. Y un lugar ideal para viajar a aquellas épocas de reyes, caballeros y princesas.

En las cercanías del pueblo de Loarre, a 1071 metros de altura y a sólo 30 km de Huesca, se encuentra este majestuoso recinto fortificado. Levantado sobre un espolón rocoso está formado por diversas edificaciones, la mayoría en buen estado de conservación, entre las que podemos ver las murallas y torreones, la fortaleza, la torre del homenaje o el mirador de la reina (con espléndidas vistas sobre la sierra y los llanos que se abren a sus pies), además de otras dependencias de origen monástico como la iglesia o la cripta.

Construido en el siglo XI resultó ser pieza clave para el rey Sancho III el Mayor en la reconquista cristiana de esta tierra llana o Plana a los musulmanes. Durante el periodo altomedieval el castillo de Loarre, junto con el próximo de Marcuello, ostentaba una importancia estratégica fundamental dentro del sistema defensivo aragonés, frente a la férrea posición musulmana de Bolea.

Su belleza, singularidad, buena conservación y excelente ubicación, han hecho que resultara elegido en numerosas ocasiones como escenario de películas y documentales, algunas tan universales como “El Reino de los Cielos” dirigida por Ridley Scott.

Muy cerca del castillo de Loarre, Bolea está situada sobre un promontorio que irrumpe en el paisaje y domina el llano. Apiñadas a su alrededor, las casas se multiplican por la vertiente de la ladera posterior mirando al pico de Gratal. La localidad deja entrever en un paseo por sus calles su rica historia. Fue posesión romana denominada ‘Calagurris Fibularia’ y posesión musulmana llamada la ‘Buluya’ hasta que el rey Pedro I en el año 1101 la incorpora al reino cristiano de Aragón.

En su punto más elevado luce la colegiata de Santa María. Merece mucho la pena visitar este faustuoso edificio renacentista que es una de las grandes joyas del patrimonio aragonés.

La colegiata se construyó entre 1541 y 1559. El edificio actual fue construido sobre el antiguo templo románico del siglo XII, del que se conserva la cripta bajo el presbiterio, el muro de cabecera y la torre campanario. Pero la joya más valiosa de este templo es el retablo del altar mayor, uno de los más hermosos de todo Aragón. Una obra maestra que combina escultura y pintura del siglo XVI en gótico mudéjar. Se compone de 20 tablas pintadas al temple y 57 tallas en madera policromada de ciprés, nogal, cerezo y pino de Flandes. Especialmente excepcional es el colorido, en una amplia gama de rojos y verdes, totalmente original.

Desde Bolea antes de llegar a Huesca, sube en dirección a Arguis, llegarás a la pequeña localidad de Nueno.

Observa cómo su caserío de adapta perfectamente a la ladera de la montaña en la que se ubica. A través de sus empinadas y estrechas calles descubrirás hermosas construcciones como la iglesia parroquial dedicada a San Martín, construida en época románica. Su torre mudéjar aumenta el interés del templo, ya que este estilo es prácticamente inexistente en el Alto Aragón.

Además, en las proximidades de la localidad se hallan la ermita románica de Nuestra Señora de Ordás y las ruinas de la ermita de San Pedro.

Desde allí observarás las construcciones de Bolea y Loarre, y parajes naturales tan bellos como el Salto de Roldán, que da entrada al Parque Natural de la Sierra y a los Cañones de Guara.